Si hay algo a lo que nos tiene acostumbrados Peter Jackson es a recrear fielmente el mundo de J.R.R. Tolkien. En esta trilogía, basada en el libro que da origen a la posterior historia de El Señor de los Anillos, no nos decepcionó.
Si bien el texto original parecía demasiado corto como para filmarlo en tres partes, nuestro amigo Peter se las ingenió para llenar las casi 10 horas totales de película con contenido de los apéndices. Asimismo, creó personajes, como Tauriel, para agregar un atractivo.
Algo particular de las dos entregas de El Hobbit, es que han reflejado el mundo de los enanos, algo que en El Señor de los Anillos no se había podido apreciar del todo (a pesar de que las Minas de Moria fueron un escenario principal). Las armaduras, la ciudad, la idiosincracia y las aspiraciones enanas fueron una magnífica representación de un pueblo fantástico.
En tal sentido, el Reino del Bosque fue otra joya del equipo de arte, encabezado por Jhon Howe y Alan Lee, históricos ilustradores de la Tierra Media.
Demás está decir (y si no leíste el libro te aviso que se viene un SPOILER), que las expectativas son enormes para las escenas finales de la franquicia. En especial, en lo que respecta a la muerte de Thorin, de Fili y de Kili, aunque tengo mis dudas sobre el papel que ocuparan estos últimos y la intervención de Tauriel. También, será impactante el rol que cumplirá Beorn en la batalla, si es que respetan los libretos originales y no lo dejan a un costado como en la escena en la que recibe a la compañía en su casa.
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