J.R.R. Tolkien fue mucho más que un gran escritor. Participó
de la Primera Guerra Mundial y fue testigo de los últimos momentos de la
caballería como fuerza militar, por lo que sus vivencias fueron traspoladas a sus
obras. Lo cierto, es que cosechó un gran amor por los caballos y eso fue el
germen que le dio origen a un pueblo: Rohan.
Una tierra dominada por señores de cabellos largos y dorados, similares a las crines
de sus corceles. Hombres que viven para sus caballos y caballos que viven para
sus hombres, constituyendo una de las fuerzas militares más letales de toda la
Tierra Media.
Señores de carácter fuerte y de palabras sinceras. Mujeres
guerreras y nobles. Un linaje de reyes sabios con una fortaleza indescriptible,
entre otras cosas, hacen de Rohan un pueblo que atrapa a todo aquel que lo
conoce.
Identificado con un caballo blanco, sobre un fondo verde y
detalles dorados, su capital es Edoras, una bella aldea ubicada en lo alto de las laderas. Además, posee una de las fortalezas más icónicas de toda la saga: el Abismo de Helm.
Cuando el mundo de los hombres estuvo a punto de desfallecer, el pueblo de Rohan llegó para darle un nuevo aire y llenar de esperanzas los corazones de aquellos a los que la sombra ya había dominado. Eso es Rohan: una tierra pujante y solemne que encuentra en su símbolo la mejor representación de su gente.
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