Hay en el mundo de la poesía una frase harto conocida que sentencia: “El arte es un arma cargada de futuro". Si bien su autor, Gabriel Celaya, lo pensó desde su lugar como poeta, tal aseguración es válida para cualquier expresión artística. Es que cuando el arte tiene continuidad y vigencia a lo largo del tiempo, es porque ha sabido captar la esencia de un momento de germinación social y política. Eso pasa indiscutiblemente con la letra “Noticias de ayer”, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. En una parte de su cuerpo se lee: “Interminables cadenas de video / la presión sujetan./Buenas noticias sabrosas, telefotos / a tragar sin culpa.”
Y
si hablamos de noticias e interminables cadenas de video, es menester que
hablemos también de un las figuras principales del movimiento
antiglobalización. Me refiero al señor Ignacio Ramonet, director de las
publicaciones mensuales de, nada más ni nada menos que el “Le Monde
Diplomatique”, entre los años 1990-2008.
¿Y por qué esta relación triangular entre poeta, rock y periodismo?, pues la
simpleza de la respuesta está en un texto de Ramonet titulado “El periodismo
del nuevo siglo”, donde este intelectual realiza un acertado análisis del
periodismo, la tecnología y la comunicación. En sus palabras de simpleza pura,
el lector ahonda en párrafos y párrafos que comparan la posición del periodismo
de ayer con el de hoy. La influencia que tiene lo que él llama “la segunda
revolución de la tecnología” y la forma en que la información se ha vuelta no
solo una mercancía que compite en el mercado, exigido por las leyes de oferta y
demanda, sino que también cómo esa información capitalizada ha adquirido la
capacidad de trasladarse a la velocidad de la luz.
Quizás aquella cita de Los Redondos
resuma de forma un poco caprichosa lo que hemos de analizar. Sin embargo, a
riesgo de correr con nuestros caprichos por detrás, la cita en relación con el
texto de Ramonet permite que comprendamos los tiempos en los que nos vemos
inmersos. Tiempos que se caracterizan por una guerra mediática y periodística
en la cual estar en el medio, con un sentido crítico, es lamentablemente
inaceptable. O estás de aquel lado, o estas de este otro. Y a este panorama se
le agrega la velocidad con la que ambos “bandos”, si se me permite la expresión
de carácter bélico, depositan esa mercancía de información en la sociedad.
¿No es acaso una realidad peligrosa que
no haya un sentido de autocritica desde los medios, ya sean oficialista u
opositores? Como bien dice Ignacio Ramonet, “los medios de comunicación
deberían proceder a análisis más serios su propio funcionamiento”. Sin embargo,
nos encontramos con una incesante alimentación de dos burbujas de información
que de acuerdo a sus intereses tiran para el lado que les convenga. E incluso
informan sobre aquellos acontecimientos que les son útiles para su codicia de dominación. Nos hacen creer que nuestra libertad
en esta democracia, que dicho sea de paso, en la historia de nuestro país es
tan preciada por haber sido vulnerada por una de las más sangrientas dictaduras
militares de toda Latinoamérica, depende directamente de la cantidad de
información que tengamos sobre temas, que indiscutiblemente, son agenda de
actualidad impuesta por los más grande medios de comunicación, sin importar su
procedencia.
¿Somos realmente consientes que
estamos hundidos en una rueda de “periodismo de periodismo”? Es decir, donde
los medios hablan de sí mismo “repitiendo lo que dicen unos y otros”, sin que
importe profundizar las investigaciones y dejando de lado lo correctamente
ético. “Cuando la mentira es la verdad”, dicen los Divididos (otra banda
argenta). Y el periodismo argentino define por penal
sobre el bien y el mal. Y al periodismo argentino no le importa ni el
imaginario social, ni la verdad, ni la mentira y mucho menos informar, o al
menos eso parece. Pues acaso no es cierto que hay un total avallasamiento, un adoctrinamiento
de lo que la opinión pública debe hablar. La cultura de masa se ha impuesto
sobre cualquier tipo de independencia cultural y sobre toda la información
independiente, y como tal exige que la comunicación sea una empresa que venda
al mejor postor en el campo del mercado.
En el texto de Ignacio Ramonet, el
autor asegura que el periodismo esta en vía de extinción. Y nos vemos obligados
a admitir, ante tan fundamentada certeza, que se debe al poco sentido de
autocritica que el periodismo tiene. Si ver es comprender, eso implica que la
razón, la inteligencia humana se encuentra desplazada por los sentidos, pero
comparto plenamente con Ramonet al creer que “con los sentidos uno se
equivoca”. Pero el lector se preguntará ¿hay esperanzas?. ¡Claro que si!
Después de todo, la esperanza es lo último que se pierde. Apostemos a ella. Apostemos
a la pluralidad de voces. Apostemos a que no hayan monopolios empresariales de
la información. Apostemos a un resurgir de un buen periodismo, donde lo que
realmente tire sea la pasión por el lenguaje en términos de comunicación que
permita hacer de la cultura una sonrisa para que la historia no termine siendo
simples jirones de las noticias de ayer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario