Páginas

viernes, 21 de noviembre de 2014

Extra extra (noticias de ayer)


Hay en el mundo de la poesía una frase harto conocida que sentencia: “El arte es un arma cargada de futuro". Si bien su autor, Gabriel Celaya, lo pensó desde su lugar como poeta, tal aseguración es válida para cualquier expresión artística. Es que cuando el arte tiene continuidad y vigencia a lo largo del tiempo, es porque ha sabido captar la esencia de un momento de germinación social y política. Eso pasa indiscutiblemente con la letra “Noticias de ayer”, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. En una parte de su cuerpo se lee: “Interminables cadenas de video / la presión sujetan./Buenas noticias sabrosas, telefotos / a tragar sin culpa.”

Y si hablamos de noticias e interminables cadenas de video, es menester que hablemos también de un las figuras principales del movimiento antiglobalización. Me refiero al señor Ignacio Ramonet, director de las publicaciones mensuales de, nada más ni nada menos que el “Le Monde Diplomatique”, entre los años  1990-2008. ¿Y por qué esta relación triangular entre poeta, rock y periodismo?, pues la simpleza de la respuesta está en un texto de Ramonet titulado “El periodismo del nuevo siglo”, donde este intelectual realiza un acertado análisis del periodismo, la tecnología y la comunicación. En sus palabras de simpleza pura, el lector ahonda en párrafos y párrafos que comparan la posición del periodismo de ayer con el de hoy. La influencia que tiene lo que él llama “la segunda revolución de la tecnología” y la forma en que la información se ha vuelta no solo una mercancía que compite en el mercado, exigido por las leyes de oferta y demanda, sino que también cómo esa información capitalizada ha adquirido la capacidad de trasladarse a la velocidad de la luz.

Quizás aquella cita de Los Redondos resuma de forma un poco caprichosa lo que hemos de analizar. Sin embargo, a riesgo de correr con nuestros caprichos por detrás, la cita en relación con el texto de Ramonet permite que comprendamos los tiempos en los que nos vemos inmersos. Tiempos que se caracterizan por una guerra mediática y periodística en la cual estar en el medio, con un sentido crítico, es lamentablemente inaceptable. O estás de aquel lado, o estas de este otro. Y a este panorama se le agrega la velocidad con la que ambos “bandos”, si se me permite la expresión de carácter bélico, depositan esa mercancía de información en la sociedad.   

¿No es acaso una realidad peligrosa que no haya un sentido de autocritica desde los medios, ya sean oficialista u opositores? Como bien dice Ignacio Ramonet, “los medios de comunicación deberían proceder a análisis más serios su propio funcionamiento”. Sin embargo, nos encontramos con una incesante alimentación de dos burbujas de información que de acuerdo a sus intereses tiran para el lado que les convenga. E incluso informan sobre aquellos acontecimientos que les son útiles para su codicia de dominación. Nos hacen creer que nuestra libertad en esta democracia, que dicho sea de paso, en la historia de nuestro país es tan preciada por haber sido vulnerada por una de las más sangrientas dictaduras militares de toda Latinoamérica, depende directamente de la cantidad de información que tengamos sobre temas, que indiscutiblemente, son agenda de actualidad impuesta por los más grande medios de comunicación, sin importar su procedencia.

¿Somos realmente consientes que estamos hundidos en una rueda de “periodismo de periodismo”? Es decir, donde los medios hablan de sí mismo “repitiendo lo que dicen unos y otros”, sin que importe profundizar las investigaciones y dejando de lado lo correctamente ético. “Cuando la mentira es la verdad”, dicen los Divididos (otra banda argenta). Y el periodismo argentino define por penal sobre el bien y el mal. Y al periodismo argentino no le importa ni el imaginario social, ni la verdad, ni la mentira y mucho menos informar, o al menos eso parece. Pues acaso no es cierto que hay un total avallasamiento, un adoctrinamiento de lo que la opinión pública debe hablar. La cultura de masa se ha impuesto sobre cualquier tipo de independencia cultural y sobre toda la información independiente, y como tal exige que la comunicación sea una empresa que venda al mejor postor en el campo del mercado.

En el texto de Ignacio Ramonet, el autor asegura que el periodismo esta en vía de extinción. Y nos vemos obligados a admitir, ante tan fundamentada certeza, que se debe al poco sentido de autocritica que el periodismo tiene. Si ver es comprender, eso implica que la razón, la inteligencia humana se encuentra desplazada por los sentidos, pero comparto plenamente con Ramonet al creer que “con los sentidos uno se equivoca”. Pero el lector se preguntará ¿hay esperanzas?. ¡Claro que si! Después de todo, la esperanza es lo último que se pierde. Apostemos a ella. Apostemos a la pluralidad de voces. Apostemos a que no hayan monopolios empresariales de la información. Apostemos a un resurgir de un buen periodismo, donde lo que realmente tire sea la pasión por el lenguaje en términos de comunicación que permita hacer de la cultura una sonrisa para que la historia no termine siendo simples jirones de las noticias de ayer. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario